A continuación, publicamos los cuatro cuentos (tal y como fueron entregados, sin correcciones)que obtuvieron menciones en el Concurso “Cuentos del Bicentenario” del nivel Primario del ¿De qué me hablás? ¡Felicitaciones chicos!
Primera Mención:
Obra: “Un desmayo histórico”.Autor: Emiliano Ojeda.Docente: Marcela Paluotto.Institución: CEC “Padre José Zanocchi”
UN DESMAYO HISTÓRICO
Un chico llamado José estaba en la calle desde muy temprano con sus amigos. De repente oscureció y la lluvia comenzó a caer copiosamente, los chicos y José decidieron irse a sus casas.
Al llegar a la esquina, sobre la vereda, un cable desprendido rozó la pierna de José, cayendo desmayado a unos cuantos metros.
Cuando se levantó no sabía donde estaba, su confusión era grande, empezó a caminar y se encontró con un señor. El mismo vio que José estaba perdido y decidió ayudarlo.
José se acercó y le preguntó
- ¿Dónde estoy buen hombre?
- ¿Cómo llegué aquí? Estás en el Virreinato del Río de la Plata. Vení, vení a mi casa, estás algo confundido.
Así se fueron juntos hasta el humilde rancho de adobe que tenía Teobaldo. Cuando llegaron José buscó encender la luz, pero no encontró la perilla, entonces le preguntó a Teobaldo.
- ¿Y la luz? ¿Cómo se prende? Teobaldo lo miró y le preguntó.
- ¿Cómo querés prender una vela con una perilla? Aquí las velas se prenden con fuego. Teobaldo se rió disimuladamente.
José no lograba comprender que le había pasado, dónde estaba, porque había cambiado tanto a su barrio.
Llegada la noche se acostaron a dormir, José sintió sed y se levantó a beber un vaso de agua. Prendió la vela y buscó sin éxito la canilla; ya cansado de buscar, llamó a Teobaldo y le preguntó:
- La canilla ¿dónde está?
Teobaldo medio dormido le dijo:
- La canilla, ¿qué decís? ¿qué necesitas?
- Quiero tomar un poco de agua.
Teobaldo no entendió lo de la canilla pero le respondió.
- Hasta mañana que venga el aguatero no tengo. Mejor dormí, mañana va a ser un nuevo día.
Dicho esto se durmieron los dos. Al otro día José pidió un teléfono para llamar a su familia, él nunca había dormido fuera de su casa.
Teobaldo no logra entender aquellas palabras que salían de la boca de José, pero su bondad y el querer ayudar a aquel niño, hacían que su paciencia se multiplicara. Lo tranquilizó un poco y lo llevó a recorrer algunos lugares del pueblo. Fueron a la iglesia del Padre San Ginés, visitaron la casa de María de los Santos Sayas y unos cuantos lugares más.
Cansados volvieron a la casa de Teobaldo cenaron mazamorra y se acostaron.
Cuando José se despertó vio a sus padres que lo miraban algo angustiados, y a sus hermanos que lo miraban con los ojos llorosos.
José no entendía nada, cuando se acostó lo había hecho en la casa de Teobaldo y ahora estaba en un cuarto extraño rodeado de su familia.
Le preguntó a su mamá
-¿Dónde estoy?
- Estás en el hospital. Tuviste un accidente y te desmayaste. ¿Cómo te sentís?
José se dio cuenta que todo había sido un sueño y sus recuerdos sobre la clase de historia habían alimentado a este sueño tan particular.
Segunda Mención:
Obra: “Perdidos en el pasado de San Fernando”
Autores: Francisco Irigoyen, Gerónimo Paulozzi, Facundo Simone y Matías Di Filippo.
Docente: Lorena Lázaro
Institución: Instituto San Luis
PERDIDOS EN EL PASADO DE SAN FERNANDO A fines del 2009 el padre de Simón, Pedro y Juan trataba de estudiar el pasado de San Fernando y su historia. Su padre llamado Diego era inteligente, algo desordenado pero muy astuto, él trataba de crear un método para viajar al 1810 a la gran plaza de Mitre.
Era fines de verano y Diego había creado una especie de reloj con miles de tuercas, un gran decorado dorado y muy diminuto, Diego iba a viajar, giró la perilla del reloj y se fue a 1810.
Algo era extraño, no había casas era todo muy verde y muchos aborígenes muertos, estaba en el año 1700. Mientras tanto, Simon Pedro y Juan estaban buscando a Diego y no lo encontraban. Simón el más rebelde y desordenado abrió el laboratorio prohibido de Diego.
Era extraño porque Diego había dejado todo ordenado, inmediatamente Simón llamó a sus otros hermanos y les dijo:
:-¡Chicos papá se fue!-
-¿Qué haremos? ¿Qué comeremos? ¿Y si nos morimos?- decía Pedro, el más miedoso y cuidadoso.
Juan, el más inteligente y organizado de los tres chicos, escuchó decir algo de su papá, la semana pasada pero no entendió mucho, trataba de un reloj del tiempo, entonces entró en la computadora de su padre y había un plano de ese reloj, él siguió los pasos que le advertía la computadora y abrió el reloj. Juan dijo:
-¡Chicos ya sé cómo se fue papá!¡Además construí el reloj!.
Entonces Juan les explicó a Pedro y a Simón cómo era el reloj, ellos no entendieron mucho pero Juan les dijo que toquen el reloj y puso 1810 y fueron a buscar a su padre.
Pasó un día y los chicos no lo encontraban. Estaban asustados pero Pedro era el más asustado, era de noche y se escuchaban murmullos entre la gran fauna, en ese momento……..
:-¡Ahh!- gritó Pedro, estaban atrapados.
Eran aborígenes, tenían una lanza los iban a matar pero en eso, Juan el más inteligente saca el reloj del bolsillo puso 1810 y partieron para allá.
Era algo extraño, estaba en su jardín y en la entrada un gran Ombú y allí abajo estaba ¡Sobremonte!, Juan no lo podía creer, tras años de estudiar sobre él lo podía ver enseguida, Juan lo llenó de preguntas y se quedaron hablando por un largo rato, mientras tanto Simon apareció en la gran iglesia de Aránzazu allí se encontró al gran juez de paz, el señor Eduardo Hopkins, Simón le contó de lo rebelde que era, él le dijo que vaya a confesarse y a reflexionar de las rebeldes cosas que hizo. Pedro estaba asustadísimo no entendía nada, en ese momento empezó a llorar, estaba muy solo pero el gran Carlos Belgrano le dijo
:-¿Por qué lloras?
:- Po…Po… porque estoy solo y sin mis hermanos.-dijo Pedro
El gran Belgrano le dijo:
:-¿no te asustes yo te voy a cuidar como si fueses mi hijo!
:-gracias:- le dijo Pedro.
Belgrano le dijo a Pedro que si quería, podía quedarse en su casa. Pedro acepto, se fue con él a la casa de Belgrano.
Llegaron a la casa, él le dijo que se ponga cómodo y que se sienta como en su propia casa. Pedro fue conociendo la casa, revisó los cuartos, abrió los armarios. Pedro entró a un cuarto y vio a un chico muy parecido a Simon. Él fue con Belgrano y le dijo:
-¿Quién es ese chico?.
:-Ese chico es mi hijo llamado Matías le dijo Belgrano.
Pedro por su parte se asustó mucho, pero después se conocieron bien y se hicieron amigos. Belgrano le mostró donde se iba a alojar, Pedro le agradeció.
Luego se fue a dejar sus cosas a su cuarto. Cuando terminó de acomodar, Ya era hora de comer, comieron cocido. Cuando terminaron de comer. Pedro se fue a su cuarto a dormir la siesta. Cuando despertó, ya era hora de la merienda, tomó mate cocido con leche.
Juan estaba con Sobremonte, él le dijo:
-¿Querés venir a mi casa?
Pedro le respondió:
-Sí, gracias.
Sobremonte lo llevó a su casa y le dijo:
-¡Ponete cómodo como si estuvieses en tu propia casa!
Sobremonte le contó que tenía una hija llamada Lorena. Ellos no se llevaban muy bien, pero se fueron conociendo y se dieron cuenta de que tenían muchas cosas en común y al final se llevaron re bien.
Después de un tiempo Simon lo encontró a Hopkins. Lo llevó a su casa y cuando llegaron, Hopkins dijo:
-¡Ponete cómodo, como si estuvieses en tu casa!
Hopkins no tenía hijos, pero él lo iba a cuidar como su propio hijo. Luego, Hopkins lo llevó a la plaza Mitre porque iba a ver un discurso. Sobremonte llevó a Juan a la Plaza Mitre para oír el mismo discurso. Belgrano lo llevó a Pedro para ver el mismo discurso. Los tres se fueron a buscar a su padre para poder volver al presente, buscaron, buscaron y no apareció, pero de repente, vieron a un hombre muy lastimado:
-¡Papá!- exclamaron.
- No te preocupes, te llevaremos con un doctor- dijo Simon
Después de un rato encontraron un cartel que decía Doctor Hardy Newman. Ellos lo llevaron al doctor, él lo curó y ya se sentía mejor. Luego de salir del curandero, revisaron un manual de los problemas que podría haber. Se encontraron con la sorpresa de que si no volvían al presente a tiempo iban a ser borrados, hasta volver a nacer.
Luego los tres chicos entraron en pánico y Diego dijo
-No se asusten, ya vamos a encontrar una solución-
-soy muy joven para morir- dijo Simon.
Después de eso, los cuatro encontraron a un señor que tenia la maquina y la vendía a $50.
Luego la máquina terminó funcionando exitosamente y pudieron volver a su tiempo, sanos y salvos, pero piensan en volver y esa historia fue contada por siglos y en la escuela de los chicos.
Tercera Mención:
Obra: “Un repaso a San Fernando”
Autores: Mauro Rivero, Tomás Pérez, Tomás Guenzani y Manuel Saliva.
Docente: Lorena Lázaro
Institución: Instituto San Luis
UN REPASO A SAN FERNANDO
Hola me llamo Pedro, vivo en Gral. Arias 682. Desde hace mucho tiempo estoy trabajando en un proyecto demasiado loco, ¡más para mi edad!, viajar en el tiempo. Desde hace mucho estoy construyendo la máquina del tiempo, ¡pero ya casi termino!, a partir de ahora podrán ver mis escritos, más que todo para saber si es verdad lo que dicen los libros; será cierto que San Martin estuvo en San Fernando en 1812, pero lo que más me gusta y me interesa es la revolución. La fiesta de mayo vivida desde acá, San Fernando, el 25 de mayo de 1810, ¡habrá gente en San Fernando ese día ¡me voy a asegurar de aclarar todas mis dudas, pero antes de empezar mi gran viaje reveré las cosas que llevo:
1) Lapicera y anotador para escribir
2) Un celular, para sacar fotos
3) Cinco baterías
4) Un estucha para guardar todo lo que me encuentre
5) Mucha agua y comida
6) Una carpa con todo (pequeña),con ramas y hojas para camuflarse
7) Ropa extra y de esa época
8) Mucha música
9) Un sombrero colonial
10) Libros, para leer
Bueno, ya es tiempo para que comience mi gran viaje, ahora me remontaré a 1812 y lo mejor para lo último, pero antes tomare qué hora es para sacar canto tiempo pasara en el presente mientras que yo estaré en el pasado, son las 14:18.ahora si chistar y sin romper mi viaje empieza… ahora
Escritos del viaje del 24/4/1812:
Aparecí en el puerto, supongo que donde esta mi casa antes estaba mi casa, claro yo vivo cerca del río, eso explica todo, porque al viajar en el tiempo el mismo se adelanta o retrocede pero te quedas en el mismo lugar. Como hay mucha gente estoy forzado a esconder la máquina, ¡no me quiero imaginar lo que se armaría si descubren mi máquina!, primero voy a recorrer el lugar, después voy a buscar a San Martín (si es verdad que estuvo por acá).
Cuando iba caminando, muy atento sacando fotos cuidadosamente con el celular en el bolsillo me doy dando cuenta de que todo el mundo me miraba con una cara de rara inigualable, cada uno a su manera, ¡claro! La ropa me olvidé de cambiarme, rápidamente voy corriendo a donde dejé la máquina y todo cuando me choco con una persona bastante alta y caigo al piso, él me ofreció la mano y yo se la di, cuando me repongo veo que es persona es ni más ni menos que el General San José de San Martín, muy ofendido el general me dijo:
-Le ruego que me disculpe por favor.
Yo me quedé boquiabierto, no podía creer que un prócer me pidiese disculpas, desde que supe lo que hizo fue para mí una persona excelente, más que un ídolo fue el libertador, como alguien podría liberar tantas batallas, haber tenido tantas bajas y haber perdido solo una batalla, claro lesa batalla fue la de cancha rayada si no me equivoco. Le acepté las gracias y me fui, cuando llegué donde estaban mis cosas recordé que me había olvidado de fotografiarlo, bueno era tarde, San Martín ya se había ido y sólo me quedaba agarrar un pedazo de su uniforme que se me había quedado en la ropa cuando me choqué con él, lo guardé y seguí rumbo al centro de San Fernando.
Tuve la mala suerte de que se largó a llover, y me fui corriendo al lugar donde yacían mis cosas y rápidamente armé mi carpa y la acerqué a unos de los arbustos para que nadie la viera. Claro con tanto viento y lluvia no tenía más remedio que acostarme y descansar un rato hasta que cesara la lluvia, tenía la alternativa de volver al futuro o ir a 1810 pero todavía tenía algo que hacer.
Después de un tiempo considerado la lluvia paró y todas las calles y el puerto se llenaron de gente que no paraba de hablar y de murmullar.
El viento arrimó hasta mis pies una un pedazo de diario que decía:”fiesta por la revolución”… y rápidamente emprendo viaje hacia 1.810…
Escritos del viaje del 25/5/1810:
Cuando llego a 1810 encuentro una ciudad llena de festejos con gente cantando, festejando y otros hasta llorando de orgullo y felicidad, tanto tiempo bajo el mandato de los españoles y al fin ya tienen su gobierno patrio, el primer Gobierno Patrio.
Yo voy corriendo rápidamente al centro de San Fernando, claro sin olvidarme de esconder mis cosas y ponerme la ropa de la época en la que estoy y veo que la gente emprendía camino hacia el Cabildo.
Tardé un buen rato en llegar, salimos muy temprano a la mañana y llegamos a mediados de la tarde, los festejos seguían por toda la provincia y las noticias, estoy seguro de que pronto ya estarán por todo el país.
Al llegar me busco un lugar entre la gente para sacar fotos al cabildo que para entonces era el doble de largo que de hoy en día.
La foto la consigo y rápidamente emprendo la vuelta a San Fernando cuando de la gente veo salir a el gran Manuel Belgrano, corro lo más rápido que puedo y cuando estoy a su lado el me saluda y yo le digo:
-No puedo creer lo que estoy viendo.
Bastó con una sonrisa de él para que yo sepa que él estaba orgulloso de su país y de lo que había conseguido.
Él siguió con su viaje y yo con el mío, al llegar a mi máquina guarde todo y volví al futuro, a 2010, me fijéla hora y eran las 14:19, solo un minuto pase en el pasado para vivir la más extraña divertida e inolvidable de mi vida
Cuarta Mención:
Obra: “En un abrir y cerrar de ojos”
Autores: Melanie Oliva, Tomás Reinoso y Dan Rodriguez.
Docentes: Irene Gladys Humeniuk y María Mercedes Falcón.
Institución: EP 32 “Gral. Manuel Belgrano”
EN UN ABRIR Y CERRAR DE OJOSYo estaba sentada en un banco de la plaza Mitre, de pronto me encontré un libro del General San Martín. Lo empecé a leer con entusiasmo.
Al levantar la vista observé que la plaza no era la misma, corrí y toqué el hombro de un joven que dándose la vuelta me miró asombrado y con cierto temor.
-¿Qué quieres niña?, mí amo no deja que hable con extraños.-
¡Era un esclavo!, comencé a mirar para todos lados y descubrí que todo estaba cambiado.
-¿Dónde estamos?
-Esta es la plaza Bernardino Rivadavia.
-¿En qué año estamos?, le pregunté.
-En el año 1812.
-¿Por qué hay tanta gente?
-Porque se comenta que el General San Martín hablará al pueblo, vino a calmar las aguas…, se hablaba de que el comandante Belgrano estaba traicionando a los compatriotas…, los vecinos están muy enojados…, no sabemos si es verda´ o mentira.
De pronto todos los murmullos se fueron apagando, los presentes se dividieron en dos grupos, dejando un pasillo por el cual ingresó galopando el General San Martín.
No puedo describir la sensación que sentí al verlo. En ese momento fui consciente de la gran oportunidad que tenía, el poder escuchar y vivir junto a nuestro prócer ese gran momento histórico.
Embelesada escuché esa voz potente y segura del General, generando confianza y respeto hacia él.
Dijo que es muy ingrato levantar falsos rumores, demostrando con pruebas que el comandante Belgrano era inocente de culpa y cargo. Dijo también, que solo si estamos juntos, como hermanos, luchando por un proyecto común de país, saldremos adelante.
Los allí reunidos aplaudían entusiasmados, se daban las manos y se abrazaban con gran respeto.
La gente comenzó a dispersarse, yo giré para volver al banco y levantar el libro, tropecé con alguien, al levantar la vista, asombrada vi a mi madre, que me preguntó un poco enojada:
-¿Dónde has estado?
-Aquí mamá, escuchando al General. ¿Acaso vos no lo hiciste?
-…Al General… ¿qué General? Ay, nena, nena, cada día estás más rara.
Y tomándome de la mano me llevó de regreso a casa. Lo extraño es que al mirar alrededor la plaza ya no era la misma, y del esclavo ni noticias.
